
Sin duda, los principios que marcan mi trabajo son: la honestidad, el compromiso y la confianza plena en cada persona con la que trabajo. De principio a fin, el proceso terapéutico está guiado por la ciencia del comportamiento, no hay opiniones, recetas ni dogmas.
Tengo un fuerte compromiso con despatologizar la gran cantidad de estados mentales, emocionales, corporales o contextuales que nos hacen sufrir, a través de la comprensión de la naturaleza de dichos estados. Esa consciencia nos ofrece un margen de acción amplísimo en el que encontrar y tomar las mejores decisiones.
El espacio donde llevamos a cabo nuestro trabajo, está libre de prejuicios y libre de etiquetas. Es un lugar seguro. Conjuntamente vamos a analizar funcionalmente toda la información, lo que nos permitirá establecer las hipótesis oportunas sobre lo que está sucediendo, no sólo para resolver la situación en cuestión, sino aprender como afrontar con garantías cualquier estado que nos haga sufrir y por supuesto, alcanzar un significativo estado de bienestar.
